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Antonio Rodríguez-Insausti
(Profesor universitario) Psicólogo e investigador paranormal

lunes, 22 de diciembre de 2008

Fantasmas: vestidos para la ocasión

A lo largo de los siglos se ha mantenido la tradición de las diáfanas figuras envueltas en vaporosas telas blancas. De hecho, se dice que los fantasmas prefieren la ropa suelta y de colores pálidos. Pero según un comentarista británico del siglo XIX, "esos son los fantasmas de patios de iglesia sin ningún otro objetivo que asustar a los campesinos borrachos que tropiezan con sus tumbas". Aunque los espectros de blancos ropajes se han aparecido en otros lugares, muchos relatos de fantasmas sugieren que en sus armarios espectrales hay colgadas prendas de vistosos colores.
El que se diga que los fantasmas aparecen siempre vestidos es un tema que ha levantado encendidas polémicas entre los investigadores de lo paranormal y los escépticos. Aunque las civilizaciones antiguas dejaban vestidos terrenales en las tumbas para que pudieran ser utilizados en la otra vida, resulta difícil imaginar a un fantasma dudando acerca de qué ponerse ante su armario, o como apuntó George Cruiksbank, caricaturista inglés del siglo XIX, curioseando en "tiendas de equipamientos espirituales". Sin embargo, los relatos de fantasmas desnudos son raros. En una famosa historia escandinava, la figura escasamente vestida de un hombre que había sido condenado al ostracismo por los aldeanos regresaba de la muerte para perseguirles, y se dice que los fantasmas japoneses aparecen a menudo con ropas desaliñadas y sangrientas. Pero el vestirse con propiedad prevalece en la mayoría de los casos. Generalmente se describe a las apariciones ataviadas tal como iban en vida, y son habituales los informes de fantasmas vestidos con armaduras, túnicas de seda o hábitos monacales.
Para explicar estos vestuarios, Frank Podmore, uno de los primeros miembros de la Sociedad para la Investigación Psíquica sugirió que las apariciones existen sólo en la mente del observador y que éste las viste de una manera que le resulte familiar. De ser así, la mente del perceptor no sólo pone la ropa, sino que además le otorga un significado especial. En un caso, por ejemplo, los vestidos blancos significaban para el perceptor el estado del progreso espiritual del fantasma. Como cuenta una leyenda, la viuda de un conocido usurero estaba rezando junto a la tumba de su marido cuando se dice que le vio, vestido con una túnica negra y con una expresión sombría en el rostro. Al cabo de siete años, afirmó la mujer, la túnica había ido perdiendo color y se había vuelto blanca y su marido parecía alegre y animado, como si hubiera logrado la redención al otro lado de la tumba.