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Antonio Rodríguez-Insausti
(Profesor universitario) Psicólogo e investigador paranormal

jueves, 5 de mayo de 2011

Investigación psíquica

Aunque la investigación de los fenómenos parapsíquicos tiene siglos de antigüedad, su estudio sistemático, científicamente estructurado, se remonta en realidad a la fundación de la británica Society for Psychical Research en 1882. Poco después tuvo lugar la creación de una sociedad norteamericana basada en idénticas declaraciones de principios.
En la época fundacional de ambas sociedades el movimiento espiritista se hallaba en pleno auge, y tal vez por eso las primeras investigaciones se centraron casi exclusivamente en los fenómenos mediúmnicos y la observación de sesiones espiritistas. Con la decadencia del interés público hacia el espiritismo después de la Primera Guerra Mundial (ya que los médium fracasaron, en su inmensa mayoría, por lo que se refiere a la previsión de aquellas hostilidades, habiendo asegurado muchos a sus clientes que todo iba a ser miel sobre hojuelas, pese a las evidentes amenazas de la situación política), la investigación psíquica empezó a ampliar gradualmente su campo de interés.
A finales de los años treinta, en la universidad Duke de Carolina del Norte un tal doctor J. B. Rhine aportó una nueva dimensión a este tipo de estudios, con el desarrollo de métodos que permitían aplicar el análisis estadístico a las facultades parapsíquicas como la telepatía, la precognición o la psicocinesis. El planteamiento estadístico dominó las investigaciones profesionales durante los dos o tres decenios siguientes, y dicha situación perdura en la actualidad, aunque en extensión mucho menor. (En esto me refiero solamente a la situación occidental. -Por ejemplo, en la extinta Unión Soviética, donde el interés científico hacia lo parapsíquico sobrevivió incluso a la era estalinista, la investigación cualitativa siempre tuvo prioridad sobre los análisis estadísticos o la producción de fenómenos bajo condiciones de laboratorio. En consecuencia, durante los años sesenta y setenta llegó a ser del dominio público que los soviéticos iban a la cabeza del mundo en su comprensión de fenómenos tan extraordinarios como la visión dermoóptica (es decir, la facultad de ver sin utilizar los ojos), las energías bioplásmicas y las facultades psi, desde la telepatía hasta la profecía. Inspirados por el cambio de paradigma que supone la Nueva Era, los científicos occidentales empezaron a reducir su desventaja.-)
Precognición. La capacidad de obtener, por medios extrasensoriales, información acerca de hechos futuros. Su realidad se halla actualmente bien establecida gracias a pruebas que utilizan una variante de los famosos experimentos del doctor J. B. Rhine sobre telepatía mediante las cartas zener. A diferencia de estas pruebas, sin embargo, en las que se solicita al sujeto que adivine la carta que está viendo un “emisor telepático”, para la precognición se efectúa un análisis estadístico de las predicciones formuladas con anticipación de una o dos cartas en una sucesión que va descubriéndose.
Psi. Palabra comodín utilizada por los parapsicólogos para englobar los fenómenos paranormales, como por ejemplo la percepción extrasensorial (ESP).
Psicocinesis. La facultad de ejercer influencia sobre la materia física por medio de la concentración mental. Experimentos psicocinéticos muy espectaculares y en contextos de grupo se lograron en Gran Bretaña gracias a Kenneth Bacheldor y sus seguidores. En la Unión Soviética se prestó más interés a las manifestaciones individuales del fenómeno. Se dice que la médium psicocinética más famosa de Rusia, Melya Mijáilova, logró que el bocadillo de un periodista resbalase a través de toda la mesa y cayese al suelo. Las pruebas realizadas con ayuda de la fotografía Kirlian sugieren que la señora Mijáilova producía estos fenómenos mediante una pulsación rítmica de su campo personal de energía.
El caso Mijáilova (como ejemplo). Muchas veces nos preguntamos, a lo largo de nuestra vida, qué extraño fenómeno ocasiona que ciertas personas cuenten con poderes asombrosos. Aunque suene extraño, en ocasiones un simple golpe en la cabeza es lo que despierta ese lugar inexplorado de nuestro cerebro que se encuentra dormido, entregándonos poderes increíbles.
Durante la II Guerra Mundial, una joven de catorce años llamada Melya Mijáilova luchaba en el frente ruso, en las filas del Ejército Rojo, cuando durante una batalla fue herida por un casco de metralla. Pasó largo tiempo en el hospital, y tras abandonarlo observó que cuando se ponía nerviosa o se enojaba se movían las tazas y los vasos de su sitio y terminaban por caer al suelo. Sucedía de igual manera con otros objetos livianos, además de que se abrían las puertas o se encendían y apagaban las luces sin que nadie tocase el interruptor. La joven era inteligente y se dio cuenta de que era ella la causante involuntaria de aquellos fenómenos. Aprendió entonces a dominarlos y pensó que sería conveniente informar de sus facultades a los científicos. Uno de los primeros en estudiarla fue un biólogo de la universidad de Moscú, que puso ante ella unos fósforos y la invitó a moverlos y a tirarlos de la mesa sin tocarlos. Mijáilova no tuvo dificultad en realizar la experiencia, que repitió cuando el científico colocó encima una tapa de plástico. El neurofisiólogo Genady Sergeyev, del Instituto Utomski de Leningrado, hizo unas pruebas por medio de un electroencefalógrafo y un cardiógrafo y descubrió algo muy interesante. En torno al cuerpo de la joven se creaba un poderosísimo campo magnético, mientras el voltaje generado en la parte inferior de la cabeza era cincuenta veces mayor que el que existe en las personas normales. Al terminar la experiencia, Sergeyev observó en el electrocardiograma una acción irregular del corazón, mientras el pulso subía a 240 latidos por minuto y el azúcar de la sangre aumentaba también, además de sufrir ciertas alteraciones semejantes a las que se observan en un individuo sometido a una intensa presión nerviosa. En el curso de la prueba, que duró una media hora, Mijáilova perdió un kilo y sintió dolores en el cuerpo durante el resto de la jornada. Por otra parte, el neurofisiólogo empleó un aparato preamplificador conectado al cardiógrafo. En el momento exacto de desarrollar la mujer su fuerza telekinética fue cuando apreció cambios radicales en las medidas eléctricas y magnéticas del cuerpo, al mismo tiempo que subía el pulso a cuatro veces lo normal. ¿Fue el fuerte golpe, con su consiguiente conmoción, recibido durante la guerra, el causante de sus poderes? Muchas personas reciben a diario golpes en la cabeza o en el cuerpo, que interesan directamente al cerebro o al sistema nervioso, y nada les sucede. No obstante, debe existir una zona precisa, que la ciencia ignora todavía cuál es, que al ser excitada por medios extraños, comienza a trabajar. Y esa zona debe estar dentro de esa parte del cerebro que no suele estar en actividad.
Habrá que seguir investigando…